Retiro Comunitario preparándonos para el Anuncio

El sábado 22 de agosto, realizamos un retiro comunitario donde el Padre Benito Rodriguez nos entregó importantes «sonidos» en torno a como prepararnos interiormente para el próximo tiempo de Anuncio programado para el mes de noviembre.
Aquí les compartimos este material en formato escrito y de  audio para que lo revisen. Buen tiempo de preparación a cada uno.

«Para esta primera reflexión tomaremos el cap. 18 del evangelio de San Mateo. Juntos lo leeremos.

Ser como niños (18,2) “En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ‘¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?’ Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: ‘Les aseguro que si no cambian y se hacen como los niños no entrarán en el reino de los cielos. El que se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos.’

temas-retiro-agostoAl leer este texto, podemos preguntarnos qué es ser como niños, es evidente que no podemos volver al seno de nuestras madres y nacer como ya nacimos. Ciertamente no es eso lo que nos pide el Señor, pero podríamos guardarlo para el momento de silencio que tendremos: ¿Qué es ser niño según el Evangelio? Todos conocemos niños buenos y otros no tan buenos. Creo que podemos identificar algo del niño en relación con esa inocencia que leemos en el Génesis, ese estado como en el paraíso antes del pecado … Algo así. Todos fuimos niños y podemos recordar cuando dejamos de serlo y no me refiero a la edad cronológica sino a una edad espiritual, más interior. Tal vez, en la edad interior el ser niño pudo interrumpirse cuando se puso a la defensiva y dejó de confiar y ahí comienza la etapa de la adultez, a veces antes de tiempo.

(Escucha el sonido aqui)

Volver a ser como ese niño que Jesús nos presenta en el Evangelio, podría ser volver a creer, confiar, ver la realidad con una mirada más limpia, sin tantos condicionamientos o mecanismos de defensa que se nos van incorporando e interfieren como un filtro en nuestra mirada de la realidad. Una bienaventuranza dice: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.” Jesús al hablar de los niños, ¿no se estará refiriendo a esos limpios de corazón? Poder mirar con un corazón limpio para reconocer a Dios. En los niños llama la atención que no son muy conscientes, hasta cierto punto, de sí mismos, de cómo son mirados, no se avergüenzan y por eso se mueven con más libertad que los adultos. Nosotros, en algún momento, empezamos a tomar conciencia de cómo somos mirados, a mirarnos en los otros reflejados como en un espejo, a mirarnos más a nosotros mismos y a condicionarnos, en cambio los niños no tienen esa barrera. Entonces, volver a ser como niños es recuperar esa libertad con respecto al juicio de los otros y del mío, y volver a creer más en la mirada de Dios.   Les doy algunas pistas: ¿Qué es ser como niño según el Evangelio? ¿Qué me falta para ser como el niño que dice Jesús? Porque “para entrar al reino de los cielos hay que hacerse como niño”. La puerta es chiquitita, el adulto no cabe, el niño tiene que re-nacer ….

En el vers. 10 Jesús dice: “Guárdense de menospreciar a uno de estos pequeños, porque les digo que sus ángeles en el cielo ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.” Entonces, cuidar esa dimensión del niño en el otro y en nosotros, evitar los escándalos, no escandalizar al inocente, al que cree, al niño. En nuestras comunidades y familias hay personas que son como niños en su manera de ser, de relacionarse – no es que sean infantiles o inmaduras – porque tienen una mirada más limpia. A veces son más vulnerables, están más expuestas. Entonces la advertencia que nos hace Jesús es muy importante: cuidar la inocencia, el niño en el otro. ¿Cómo somos custodios de esa dimensión unos de otros.

En este cap. 18 de San Mateo – llamado discurso eclesiástico o instrucción comunitaria – el Señor nos va como señalando quienes son los miembros predilectos de Jesús en la comunidad, en la iglesia. Primero eran los niños, ahora viene la oveja perdida.

La oveja perdida (18,12) “Si un hombre tiene 100 ovejas y se descarría una de ellas, ¿no dejará las 99 en el monte para ir a buscar a la descarriada? Y si llega a encontrarla, les aseguro que tiene más alegría por ella que por las 99 no descarriadas. De la misma manera no es voluntad del Padre de cielo que se pierda uno solo de estos pequeños.”

¿Quién es la oveja perdida? Es esa que se ha alejado de la comunidad, la más marginal, y está en la periferia como dice el papa Francisco. El texto muestra la imagen del buen pastor, ese que deja las 99 ovejas para ir a buscar la que se perdió. Pareciera que le da más prioridad a esa que a las otras 99. ¿Quién es esa oveja perdida en nosotros? ¿En nosotros, cuál es esa dimensión más marginal, más alejada?

En toda comunidad, en toda familia hay una oveja perdida. Y en la iglesia es muy bueno que haya algunas, porque nos hablan de una comunidad no de perfectos. La oveja perdida siempre tiene su lugar en la comunidad, puede volver y el Señor nos dice que debemos irla a buscar. ¿A dónde ir a buscarla? ¿No seré yo la oveja perdida? Muchas veces lo somos o lo fuimos y fuimos rescatados. De la misma manera tenemos que estar atentos y preocupados por esa oveja perdida.

En esta etapa de re-encantamiento del envío y de la misión, es importante ir viendo quienes son esas ovejas perdidas, porque a veces la comunidad tiende a encerrarse en los 99 justos. Y la oveja perdida es la que nos obliga a salir de nuestro grupo, a ponernos en movimiento, como en salida. Ella es parte de la comunidad, fue evangelizada y después se fue, no es un pagano. En el lenguaje del Evangelio Jesús comenzó su evangelización por “los hijos perdidos de la casa de Israel”. Tal vez en la comunidad Fondacio hay ovejas perdidas que podríamos ir a recuperar, a rescatar.

La oveja perdida tiene también algunos aspectos “curiosos”. En nuestras comunidades y familia puede haber ovejas que no quieren y rechazan ser rescatadas; por supuesto no podemos obligarlas. Pero hay una manera de ir a buscarlas aunque no quieran, es otra forma y los padres lo saben. Cuando un hijo o hija se aleja y no quiere saber nada de nosotros, que no nos acerquemos, ¿qué hace una papá o una mamá?    San Benito dice al abad que cuando algo así ocurre use el medio más eficaz, la oración. El Señor nos da otro ejemplo muy bueno en el Evangelio, la parábola del Hijo Pródigo. ¿Qué hace el padre con esa oveja perdida que no quiere saber nada de él? No va a buscarla – sabemos qué le habría ocurrido – se pone en espera de su hijo, y cuando éste cae en lo más bajo, vuelve porque se acuerda de este padre que lo está esperando. Esa parábola se refiere al Padre, Dios hace lo mismo con nosotros. Cómo Dios, aparente ausente, está siempre esperando. Es otra manera de ir a buscar a la oveja perdida. Por eso los padres, los miembros o los responsables de comunidad deben quedarse tranquilos frente a situaciones así, saber esperar, rezar y dejar que el tiempo de Dios actúe en el corazón de las personas para que la oveja perdida vuelva. Lo importante es que la esperemos y si fuera el caso ir a buscarla. No hay recetas. Se requiere discernir cuándo esperar o salir a buscar, tener el corazón abierto al Señor, no por mis necesidades o el bien para mí mismo, sino para el bien para el otro. Para los padres también es una llamada a dejar ir a los hijos, dejarlos tranquilos, soltarlos porque tienen que hacer su camino. Y aceptar la incomodidad, la tensión, incluso el remordimiento de conciencia, perder la paz para bien del otro. Nunca es inútil el sufrimiento de un padre o una madre por sus hijos cuando es en el Señor.

El otro aspecto relacionado con el punto anterior, es que las ovejas perdidas tienen una prioridad para el Señor, la oveja perdida es también el pecador. No es que el Señor no quiera a los justos, el pecador es también un predilecto no por ser pecador sino porque es un marginal, un auténtico pobre, y el Señor lo quiere sanar, rescatar. En los Evangelios, muchas veces, vemos una tensión – se vive en las familias y en las comunidades – entre el hijo marginal y el obediente que a veces se siente desplazado y se enoja porque hay tanta atención al otro. Como en la parábola del Hijo Pródigo.

La corrección fraterna (v.15). “Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele a solas tú con él. Si te escucha habrás ganado a tu hermano, si no te escucha toma todavía contigo uno o dos para que todo el asunto quede zanjado por la palabra de 2 o 3 testigos. Si les desoye a ellos díselo a la comunidad y si hasta la comunidad desoye sea para ti como el gentil y el publicano. Yo les aseguro, todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.” Aquí aparece un tema tan importante en la comunidad: la corrección fraterna.

Podríamos señalar dos aspectos: uno el más obvio, es que preocuparse por el otro implica decirle también con caridad, cariño y preocupación cuando está mal. ¿Cómo podemos ir ayudándonos para ir en camino? Hacerlo con gran cuidado, porque es uno de los aspectos más difíciles, en comunidad o en familia.

Para eso hay que tener cierta autoridad sobre la otra persona, autoridad no de cualquier tipo sino moral, que no se adquiere por tener un cargo, la otra persona me la da. Por ejemplo, la amistad verdadera, el amor verdadero que busca el bien del otro, es una autoridad muy fuerte, un medio muy potente para ayudarse mutuamente. Es importante distinguir una amistad verdadera de las que no lo son. Cuando busco el bien del otro soy capaz de exponerme también a la corrección fraterna. Es como en el matrimonio y también en la comunidad. Hay que tener cuidado porque a veces los más indicados para hacerla no son los hermanos. Es necesario que el otro me dé cierta autoridad, a veces se va ganando con la vivencia cotidiana, con el tiempo, con el respeto y nos permite ayudar a la otra persona. Un papá o una mamá no tienen autoridad solo por el hecho de serlo, tienen que ganarse la autoridad de sus hijos y cuando por alguna razón la han perdido, recurren a la violencia, al grito, al castigo, simplemente por haber perdido la autoridad; sucede también en un curso con un profesor.

En una comunidad el responsable tiene una autoridad sobre los miembros. El abad, por ejemplo, sobre los monjes: cuando fue instituido cada monje le hace un voto de obediencia que con el correr del tiempo, a veces, se va perdiendo, pero el abad en un sentido espiritual no pierde la autoridad..   Autoridad que es muy importante y puede aplicarse, por ej. frente a un problema concreto de un monje cuando es mejor no decir nada, sería peor, pero puedo rezar por él y digo al Señor: “Señor, por la autoridad que Tú me has dado sobre este hermano te pido por él, por su bien. No lo que yo quiero.”   Es lo que puede hacer un papá, una mamá. Porque Dios les ha dado una autoridad sobre sus hijos, no puede no escuchar esa oración.

Vemos que para la corrección fraterna hay que tener una cierta creatividad. No siempre podemos hacerla directamente, hay otras maneras también. Indirectamente. San Benito dice que “cuando hay un hermano que está auto-excluido o excluido por la razón que sea, y no puedes llegar a él, manda entonces un anciano sabio y prudente para que lo consuele, lo anime, lo aconseje”. Nosotros también podemos usar este mecanismo indirecto, podemos recurrir a otra persona, no para que haga lo que yo quiero sino para que lo ayude al bien.

La corrección fraterna siempre busca el bien del otro. Aquí también se requiere de un cierto discernimiento para poder elegir cuándo hacerla, saber si busco mi bien o el bien del otro. Los padres o los responsables, a veces toman tan en serio el encargo que recibieron y creen que se las saben todas, podrían creer que saben cuál es el bien del otro. Preguntarnos: ¿Lo que me parece, será por el bien del otro?

Para personas comunes y corrientes como nosotros, no es necesario hacer un curso. A mí me sirven algunos elementos y se los comparto, son 4 :

La humildad del corazón. Pretender imponerme por la fuerza, no es humildad. Intentar mirarse en verdad: ¿Soy yo el que no está bien o es el otro?

La compasión. Si no tengo compasión, mejor ni hablar de corrección fraterna.

El sentido común para discernir. Cuando la pasión me ciega pierdo la orientación, el sentido común, la objetividad para mirar la realidad. A veces es bueno preguntar un poquito, otras personas pueden ayudarnos, sobre todo las que conviven con nosotros.

Un cierto sentido del humor. No se trata de contar chistes o cuentos entretenidos, es no tomarnos tan en serio y tampoco las situaciones, porque estamos en las manos de Dios. A veces dejar tiempo al tiempo, rezar, esperar, no ser aprensivos, graves, densos, preocuparse más de la cuenta … y nos cuesta.

Aprender a mirar lo positivo y no dejar que el punto negro opaque toda la realidad. Son algunas claves que pueden ayudarnos en el discernimiento para la corrección fraterna.

La oración en común:  “Os aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos”.

Es la presencia del Señor en la comunidad, hoy está aquí porque reunidos en su nombre. Es importante creer en la presencia real del Señor en la comunidad. A veces pensamos que está solamente en la Eucaristía, en el Sagrario. Y no es así, Él está realmente presente aquí también, lo dice el Señor. Por eso es tan importante la oración en común, que tiene más fuerza cuando 2 o más oran por una persona. Por eso en las Horas, en la Eucaristía, se ora también por las necesidades de los demás.

El perdón (18,21) :

“Pedro se acercó entonces y le dijo : ‘¿Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarle? ¿Hasta 7 veces?’ Le contestó Jesús : ‘No te digo hasta 7 veces, sino hasta setenta veces siete.’”

Termino con este punto, el perdón de las ofensas. La comunidad eclesial que somos se va edificando en el perdón, es lo que la mantiene congregada. Hay una tendencia a la dispersión y es natural por las fricciones y diferencias que se van produciendo entre nosotros. Así algunos se van alejando, lo que es un error. La gracia de una comunidad eclesial – que no es un club de amigos – es que seamos distintos y haya tensiones. En esa diferencia, a través del perdón, se va produciendo una unidad, unanimidad que no es uniformidad. Es una comunidad de distintos que hacen el camino cada día perdonándose. La comunidad es como una fortaleza, protege de los lobos. Los que por algún motivo se alejan, pierden y se exponen como ovejas en medio de lobos.

Para permanecer en la comunidad, el perdón. No es fácil. Pedro lo señala ¿ bastará con 7 veces, qué más veces debo perdonar a este tal por cual? y debe haber sido uno de los discípulos …. Nosotros podemos querer perdonar, el perdón no es humano, es un don de Dios que recibimos en la Redención. Cristo, en San Juan 19, cuando aparece resucitado dice : “… a quienes perdonen los pecados les quedan perdonados.” Con el Espíritu Santo la comunidad recibe el don de perdonar los pecados, algo fundamental para que la comunidad pudiera existir. Hoy vemos con pena que no se toma muy en serio este punto, las familias se rompen, también las comunidades, por no saber perdonar. Cada vez son más escasas o precarias las opciones para toda la vida y en gran parte por eso. ¡Pensamos que solamente hasta 7 veces, pero la octava … no más!

Perdonar siempre, es un camino de cruz, de dolor, desangrarse, y al mismo tiempo de vida, de redención.

Les dejo este capítulo 18 para su reflexión. Hacerse como niños, la oveja perdida, la corrección fraterna, la oración común, el perdón. Mirémoslo en nosotros, en nuestra familia, en nuestras comunidades ….   AMÉN.

(la comunidad toma un tiempo de silencio y luego se retoma el grupo el la sala).

«Tomo un texto, del Card. Silva Henríquez, “Mi sueño de Chile”, que tiene mucho que ver con la espiritualidad de Fondacio. Dice así :

“Me preguntan por el país que sueño o que deseo. Y debo decir que mi deseo es que en Chile el hombre y la mujer sean respetados. El ser humano es lo más hermoso que Dios ha hecho. El ser humano es “imagen y semejanza” de la belleza y de la bondad de Dios. Quiero que en mi patria desde que un ser humano es concebido en el vientre de una mujer, hasta que llega a la ancianidad sea respetado y valorado. De cualquier condición social, de cualquier pensamiento político, de cualquier credo religioso, todos merecen nuestro respeto.

Quiero en mi país todos vivan con dignidad. La lucha contra la miseria es una tarea de la cual nadie puede sentirse excluido. Quiero que en Chile no haya más miseria para los pobres. Que cada niño tenga una escuela donde estudiar. Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada

jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia. Y que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente.

Quiero un país donde reine la solidaridad. Muchas veces ante las distintas catástrofes que el país ha debido enfrentar, se ha demostrado la generosidad y la nobleza de nuestro pueblo. No es necesario que los terremotos solamente vengan a unir a los chilenos. Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudar a quienes menos poseen. Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los más débiles. Y que los más sabios deben responsabilizarse de los que permanecen en la ignorancia. La solidaridad es un imperativo urgente para nosotros. Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una patria solidaria.

Quiero un país donde se pueda vivir el amor. ¡Esto es fundamental! Nada sacamos con mejorar los índices económicos o con levantar grandes industrias y edificios, si no crecemos en nuestra capacidad de amar. Los jóvenes no nos perdonarían esa falta. Pido y ruego que se escuche a los jóvenes y se les

responda como ellos se merecen. La juventud es nuestra fuerza más hermosa. Ellos tienen el derecho a ser amados. Y tienen la responsabilidad de aprender a amar de un modo limpio y abierto. Pido y ruego que la sociedad entera ponga su atención en los jóvenes, pero de un modo especial, eso se lo pido y ruego a las familias ¡No abandonen a los jóvenes! ¡Escúchenlos, miren sus virtudes antes que sus defectos, muéstrenles con sus testimonios un estilo de vivir entusiasmante!

Y por último, quiero para mi patria lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su mirada hacia el Señor. Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de nuestro Dios. He dedicado mi vida a esa tarea: que los hombres y mujeres de mi tierra conozcan al Dios vivo y

verdadero, que se dejen amar por Él y que lo amen con todo el corazón.

Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos. Este es mi sueño para Chile y creo que con la ayuda de María, ese sueño es posible convertirlo en realidad.”

Santiago, 19 de Noviembre de 1991.

Han pasado casi 25 años de este texto que contiene muchos signos proféticos. Para esta 2ª parte habíamos pensado tomar “La alegría del Evangelio”, del papa Francisco. Este texto del Card.Silva me parece una lectura muy parecida, como una síntesis que creo actual para nosotros y para nuestra comunidad. Leyéndola podemos reconocer algunos signos que el Señor podría mostrarnos a Fondacio. Nos señala una opción preferencial por el ser humano, y a la luz de la Encíclica “Laudato Si” del papa Francisco, una opción preferencial por una ecología humana.

Y nos señala algunos elementos, por ejemplo, hace referencia a la belleza y la bondad, “el ser humano es imagen y semejanza de la belleza y de la bondad de Dios”.   Nosotros tenemos que anunciar también la belleza y la bondad del ser humano, es una necesidad de la evangelización, volver a ponerla en un lugar visible, cuando tantas veces se oculta. En todo ser humano se esconde la imagen y la semejanza de Dios.

También nos habla de una opción preferencial por la dignidad, la vulnerabilidad, la debilidad y la familia. “Quiero en mi país todos vivan con dignidad”. Y habla de la lucha contra la miseria y la pobreza. A veces se enfatiza una opción preferencial por los pobres, reduciendo esa pobreza solo a lo material. La pobreza abarca mucho más que eso, a veces la pobreza material se vive como una gran riqueza humana y sabemos que hay también riqueza material que se vive con una gran pobreza humana. Es más amplio hablar de dignidad, de vulnerabilidad, de debilidad. ¿Qué es la dignidad de la persona? Los vulnerables y los débiles, ¿quiénes son hoy en nuestra sociedad? Puede que los índices económicos hayan mejorado, desde 1991, pero ¿la vulnerabilidad y la debilidad han mejorado? La dignidad podemos reducirla simplemente a cifras materiales económicas, pero ¿es suficiente contar con ciertos bienes de consumo? ¿Cuál es la calidad de vida digna, evangélica para una persona?

Esta segunda sección termina con una frase bien linda sobre la familia. “Que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente”. Esa es la calidad de vida, la verdadera dignidad. Podríamos decir :”Que cada familia pueda habitar una casa digna donde la familia pueda reunirse a comer” y cortar la frase ahí. Cuantas veces no se ha llegado hasta ahí, como si bastara satisfacer las necesidades materiales. Lo que sigue es tan importante como lo otro : jugar y amarse. Entonces, una opción preferencial por una ecología humana es opción preferencial por la familia, que tenga una casa digna donde pueda jugar y amarse entrañablemente. Esto es muy profético porque quizás en este tiempo creo – no manejo estadísticas – la capacidad de jugar y de amarse entrañablemente está débil.

Después el texto nos habla de la solidaridad. “Quiero un país donde reine la solidaridad”. No solamente cuando hay catástrofes, sino en la vida cotidiana. Me parece   que las catástrofes ponen en evidencia la falta de solidaridad en la vida diaria. Puede que me equivoque. Creo que el terremoto de 2010 dejó al descubierto que nuestro país vive gran precariedad – muchas personas viven en condiciones muy precarias – escondida en cifras buenas al exterior, que nos presentaban como un modelo a seguir. Chile es un país que sabe responder solidariamente ante situaciones extremas, por ej. la Teletón. Pero ¿qué pasa con la solidaridad cotidiana que es la que va construyendo un país desarrollado, de verdad, no solamente que tapa hoyos? A veces actuamos así en nuestras familias y comunidades. Somos solidarios ante situaciones extremas y es bueno, pero acá se trata de que sea a diario.

En una sociedad o comunidad para que haya solidaridad debe haber fuertes y débiles como veíamos también en el Evangelio. Los fuertes empujan hacia delante, sostienen, y los débiles nos hacen caminar con los pies en la tierra porque ellos marcan el ritmo para que ninguno se quede atrás. Los fuertes tienen que ayudar a orientar ideales. San Benito dice al abad “que modere todo en la comunidad de manera que los fuertes quieran más siempre y los débiles no desfallezcan”. Es muy sabio en una comunidad, es bueno que los fuertes no estén contentos, que reclamen, … es un buen signo. Otro es que los más débiles no se queden atrás, que sientan que pueden seguir el ritmo de la comunidad. Un signo odioso es cuando los fuertes se sienten demasiado satisfechos, “estamos bien, estamos cumpliendo las metas”, es bueno no cumplir siempre las metas, aunque haya que tenerlas. La solidaridad brota de esta interacción entre fuertes y débiles. Creo también que esto es profético porque tengo la impresión que en nuestra sociedad se ha enfatizado mucho el éxito que es de los fuertes, siendo que somos sumamente débiles. Pero se nos pone un parámetro como que somos fuertes. Chile muestra una especie de fachada de fortaleza, viene un terremoto y aflora toda la debilidad que es la realidad.

La solidaridad salva estos 2 polos. En la comunidad son importantes los fuertes y los débiles, los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes, siempre que haya una relación de solidaridad y con una dosis mayor de responsabilidad para el que tiene más que para el que tiene menos. Nada más anti-evangélico que querer eliminar al débil, al pobre, al ignorante según los términos del mundo, porque a veces en los términos de Dios el ignorante es el sabio. Porque Dios habla en el corazón de los niños, de los sencillos. “Ser un país donde reine la solidaridad (…) Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los más débiles. Y que los más sabios deben responsabilizarse de los que permanecen en la ignorancia. La solidaridad es un imperativo urgente para nosotros. Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una patria solidaria.” En estos 25 años que han pasado ¿somos más solidarios que antes?

El párrafo siguiente nos habla de una opción preferencial por el amor y por la juventud. Acá puse entre paréntesis y agregué – creo que el Cardenal hoy lo habría agregado – la ancianidad. Porque Chile ha cambiado, actualmente los ancianos son un segmento muy importante. El Cardenal dice : “Quiero un país donde se pueda vivir el amor.” Y habla de la opción preferencial por los jóvenes, que sigue vigente, y agregando la opción por los ancianos. También el papa toca el tema en la Encíclica Laudato Si. Nos habla de los jóvenes y los ancianos y por qué los ancianos son importantes. En un sentido el anciano es más vulnerable, pero también es como nuestra memoria, es el que transmite la memoria, nuestra identidad. En la comunidad son los que van transmitiendo una continuidad, son como los sabios que nos ayudan a no repetir los mismos errores. Errar es una manera de aprender también, pero si tienes una memoria, si eres humilde para aprender y escuchar, no será necesario repetir los mismos errores para aprender. Puedes cometer otros para aprender cosas nuevas pero incorporando lo anterior.

“Quiero un país donde se pueda vivir el amor. ¡Esto es fundamental! Nada sacamos con mejorar los índices económicos o con levantar grandes industrias y edificios, si no crecemos en nuestra capacidad de amar.” Eso ha sido profético, si miramos estos 25 años ¿hemos crecido en nuestra capacidad de amar?

El Cardenal tiene una mirada muy linda sobre la juventud. Era un carisma de él. Dice : “Los jóvenes no nos perdonarían esa falta. Pido y ruego que se escuche a los jóvenes y se les responda como ellos se merecen. La juventud es nuestra fuerza más hermosa.” En este momento de Fondacio esto es muy actual, abrirse a la juventud. Ahora hay menos juventud en Fondacio, el riesgo sería cerrarnos a la juventud, los mayores somos a veces más críticos: “no son como éramos nosotros”. La mirada del Cardenal es más lúcida, más despierta a mirar lo positivo que traen los jóvenes. Ellos tienen derecho a ser amados y la responsabilidad de aprender a amar de un modo limpio y abierto. “Pido y ruego que la sociedad entera ponga su atención en los jóvenes, pero de un modo especial, eso se lo pido y ruego a las familias ¡No abandonen a los jóvenes! ¡Escúchenlos, miren sus virtudes antes que sus defectos, muéstrenles con sus testimonios un estilo de vivir entusiasmante!”. Casi podríamos decir a los jóvenes : ¡no nos abandonen a nosotros! Nosotros tenemos que escucharlos, reconocer sus virtudes porque nos aportan algo nuevo, estar abiertos a ellos y también a los mayores.

Y finalmente – algo que no podía estar ausente – una opción preferencial por una ecología humana es una opción preferencial por el Evangelio de Jesucristo. Está al final pero es central, la Iglesia no es una ONG, esta comunidad tampoco. Tiene en su centro el Evangelio de Jesucristo y por eso hoy empezamos con el Evangelio.

“Quiero para mi patria lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su mirada hacia el Señor”. Esto es el centro de nuestro anuncio, no tenemos que inventar un mensaje nuevo, y creo que es lo que el papa Francisco nos está transmitiendo. En “La alegría del Evangelio”, con su palabra y sus gestos nos está diciendo que la Iglesia vuelva su mirada al Señor. El mensaje lo tenemos, está en el Evangelio de Jesucristo, es la fuente de nuestra espiritualidad.   Un país fraterno solo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de Dios. Eso es lo nuevo que aportamos, creemos que es posible un mundo mejor, solamente cuando se reconoce esta paternidad bondadosa de Dios.

“He dedicado mi vida a esa tarea: que los hombres y mujeres de mi tierra conozcan al Dios vivo y

verdadero, que se dejen amar por Él y que lo amen con todo el corazón. Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos. Este es mi sueño para Chile.” Este es el sueño del Cardenal, siempre buscó eso, era el centro que lo movía y justamente buscándolo tuvo que intervenir muchas veces en situaciones polémicas. La Buena Noticia del Evangelio de Jesucristo es lo que queremos y eso es nuestra nueva evangelización. Lo nuevo en nosotros es volver a eso. Podemos decir “Esto es mi sueño para Fondacio”, y hoy que festejamos a María Reina, con su ayuda, podremos convertir ese sueño en realidad. AMÉN.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *