La Iglesia y los divorciados
«La Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie» ha dicho el papa Francisco en una audiencia general del mes de agosto. En su afán por no excluir de la Iglesia a nadie y abrirla a nuevas formas de familia, Jorge Bergoglio se ha referido a los divorciados que han vuelto a tener pareja, como personas que «no están excomulgadas, como algunos
piensan», sino que «forman parte siempre de la Iglesia». «¿Cómo podemos pedirles a estos padres educar a los hijos en la vida cristiana si están alejados de la vida de la comunidad?». “La Iglesia es la casa paterna en la que hay espacio para todos» dice el Papa y de la que también los divorciados «pueden formar parte».
Esta es una idea que Francisco había sugerido anteriormente. En junio pasado admitió que a veces la separación de un matrimonio puede ser «moralmente necesaria» cuando se hace para proteger al cónyuge más débil o a los hijos más pequeños. Entonces rechazó denominar este tipo de situaciones familiares como «irregulares» y pidió que la Iglesia se plantee ayudar y acompañar a estas familias.
«Cuando los adultos pierden la cabeza, cuando uno piensa solo en sí mismo, cuando papá y mamá se hacen daño, el alma de los niños sufre mucho, siente desesperación», un sufrimiento que el obispo de Roma querría evitar y cuya solución puede pasar por la separación.
Bergoglio defiende que la Iglesia no debe cometer una «injerencia espiritual» en la vida personal, porque «Dios en la creación nos ha hecho libres». La labor de la Iglesia debería pasar, según el papa, por acompañar a las personas sin juzgar ni excluir.
Extracto de noticia tomada de diario El País on line del 6 de agosto, 2015
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