El Futuro Está en lo Nuevo
Las nuevas generaciones son cada vez mas innovadoras y arriesgadas. Suelen crear nuevas comunidades y organizaciones junto a otros que al igual que ellos dicen amar a Dios y a su mundo y con quienes desarrollan diversas actividades de índole social, espiritual o derechamente evangelizadoras.
Investigaciones recientes confirman esto. David Olson, Director de proyecto de investigación sobre la iglesia en Estados Unidos, estudió más de 200.000 iglesias locales y averiguó que las congregaciones más viejas decrecían, mientras que las congregaciones surgidas a partir de 1990 crecían un 2%; y las comenzadas después de 1999 contaban con un 9% de crecimiento.
Sus datos también ratifican que en los primeros diez años de vida, una congregación crece, por lo general, 23 veces más rápido que aquellas que se fundaron hace más de diez años. Las comunidades nuevas tienen tres o cuatro veces más conversiones que las establecidas hace más de diez años.
Lo complejo de lo “nuevo” sin embargo radica en los cambios que estas novedades suelen involucrar. Lo sabemos muy bien al interior de la Iglesia Católica donde las reformas propuestas por el Concilio Vaticano II finalizado en el año 1965 exigieron de un esfuerzo importante de las diferentes corrientes al interior de la Iglesia, como por ejemplo el uso, en la liturgia, de lenguas vernáculas de cada país en reemplazo del latín.
Pareciera ser que, como tantas otras veces en la historia, el Espíritu con su sabiduría infinita que “hace nueva todas las cosas” suele preferir “la novedad” para soñar el futuro de su Iglesia.
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