El 16 de marzo de 2024 marcó el comienzo del Año Pastoral en Santiago, un evento que congregó a más de 1600 fieles, incluyendo representantes de diversas parroquias, colegios y movimientos eclesiásticos. Desde Fondacio Chile se contó con la representación de Lisette Catarino, como miembro de la Comisión de Formación del Arzobispado; Elba Muñoz, delegada de Fondacio en el Área Laicado; y Francisco Ríos, responsable de Fondacio Acompaña, quienes con su presencia ejemplifican el compromiso de Fondacio con la formación y el acompañamiento pastoral.
La reunión tuvo un propósito claro: iniciar el año bajo la guía espiritual del Arzobispo de Santiago, Fernando Chomali, y reafirmar el compromiso de la comunidad con la evangelización y los desafíos pastorales del presente.
Con el lema “Llevemos la alegría del Evangelio a la gran ciudad”, los participantes se inspiraron para extender la Buena Nueva a cada rincón de la capital, un llamado a la acción que resuena con la misión de la Iglesia de ser una luz en la oscuridad, un faro de esperanza y guía en la vasta urbe.
Los desafíos pastorales presentados no fueron menores: se habló de la necesidad de una Iglesia en salida, que no solo abra sus puertas, sino que también salga al encuentro de aquellos en la periferia de la sociedad. Se destacó la importancia de ser una comunidad acogedora y amorosa, que se extiende especialmente hacia los jóvenes, los pobres, las familias y se adapta a la era digital, reconociendo la creciente influencia de la tecnología en la vida cotidiana.
El compromiso de renovación fue un tema central, donde los asistentes se prometieron ser agentes de cambio, una Iglesia en constante evolución, enfocada en evangelizar con fervor la ciudad y promover un ambiente de inclusión, amor y respeto. Este compromiso refleja una visión de futuro donde la fe se entrelaza con la acción social, buscando no solo predicar la palabra, sino también vivirla a través de obras que reflejen los valores cristianos.
Este inicio del Año Pastoral 2024 es un reflejo de la vitalidad y la dedicación de la Iglesia de Santiago, una comunidad que se esfuerza por ser relevante y significativa en el corazón de la gran ciudad. Con la mirada puesta en el horizonte, la Iglesia avanza con la esperanza de un año lleno de gracia, desafíos superados y una fe que se fortalece en la unidad y el servicio.