En un movimiento unificador, diversas comunidades religiosas y espirituales han unido fuerzas en un compromiso sagrado para el cuidado de nuestro planeta. Este histórico acuerdo se forjó en el marco de la XXV Conferencia de la Convención Marco de Naciones Unidas por el Clima (COP25), marcando un hito en la lucha contra la crisis climática.
La Alianza Interreligiosa y Espiritual por el Clima (AIEC) ha establecido un objetivo ambicioso: promover un cambio sistémico, cultural y espiritual que impulse transformaciones económicas y políticas significativas. Las organizaciones que forman parte de esta alianza han declarado su firme disposición a servir a la comunidad global, facilitando la creación de vínculos que promuevan una influencia pública y política efectiva, respetando sus diversas identidades.
El sábado 9 de marzo de 2024, los miembros de la AIEC se congregaron en la sede de Fondacio Chile para una reunión que estuvo impregnada de simbolismo y esperanza. Las actividades se centraron en la fuerza y energía del fuego, elemento que representa la transformación y la renovación. Este encuentro fue un espacio sagrado de oración y planificación para las actividades que la alianza llevará a cabo durante el año, con el objetivo de fomentar una conciencia climática más profunda y acciones concretas.
Por primera vez, Fondacio Chile recibió a los miembros de la AIEC en el Centro Los Almendros, ofreciendo un espacio para la reflexión espiritual y la oportunidad de compartir los valores y la visión de Fondacio en el contexto actual.
Este es un claro ejemplo de cómo la fe y la espiritualidad pueden trascender las diferencias y unirse por una causa común: la protección de nuestro hogar común, la Tierra. La AIEC no solo representa una coalición de creencias, sino también una poderosa fuerza de cambio que busca inspirar y movilizar a las comunidades en todo el mundo para actuar frente a la urgencia climática.
Con la mirada puesta en el futuro, la AIEC se prepara para liderar iniciativas que aborden la crisis climática con la sabiduría y la compasión que caracterizan a las tradiciones espirituales y religiosas. Este es un llamado a la acción que resuena con la urgencia de nuestro tiempo y la necesidad de unirnos como una sola humanidad para cuidar de nuestro planeta.